El Saccosarlo imperio de las letras
Los que salen a defender a Sarlo argumentando que la otrora profesora es irrefutable en sus argumentaciones y que sólo le discutirían algún que otro desliz político (recordamos una contratapa en un libro de Graciela Fernández Meijide), deberían llamarse a una atemperada autocrítica. Su defensa, básicamente, se constituye porque en parte rehuyen poner en tela de juicio lo que Saccomano llama (en su nota “Punto final”, Radar, 25.02.07) “concepción oclusiva de la literatura” y por otra parte, porque (el miedo no es sonso), temen los alcances de la revancha cultural de aquellos que detentan el poder en determinados círculos. Porque sin duda el revanchismo cultural es segregatorio y tan doloroso como la violencia física. Y es acá donde no se puede ser ingenuo. El hecho de que sean universitarios, destacados profesores e investigadores, no los aleja de la violencia que Saccomano define en el artículo antes mencionado como “violencia de la civilización”. Por eso es cierto que lo que se discute es más que los alcances de la poética de un escritor muerto –haya sido éste un éxito de ventas o no-, lo que se debate es más que una reedición del debate Boedo-Florida, realistas o vanguardistas, elitistas vs. populistas. Lo que se discute, por eso este derrame de palabras que excede el espacio de los suplementos, es hasta dónde la constitución de una literatura es algo de apropiación democrática, más allá de la discursividad “democrática” de algunos canonizadores que dejan de ser democráticos cuando recuerdan en secreto que en la universidad sigue latiendo una verticalidad medieval. Es ahí donde todo esto se traduce en frases no escritas pero sentidas “las cosas son como yo te las digo, que por algo estoy acá”. (Aclaración que deberíamos obviar: acá no se defiende ni postula como modelo a ese tipo de alumno soberbio que interrumpe las clases nada más que para escucharse.) Por el contrario, en lo que estamos pensando es en cierta adultez –universitaria o no- que dentro del campo de lo cultural pueda sentarse a pensar un rato sin ataduras –más que las propias limitaciones- ni temores del qué dirán los alfiles del poder reinante. Si como supo escribir Panesi “la pretendida división entre una crítica periodística y otra académica, es cosa del pasado y que, entre otras cosas, el periódico es una continuación por otros medios de las reyertas académicas y de sus internas fragmentaciones en pugna por el acceso a un misterioso público más amplio”. (Jorge Panesi, “Rojas, Viñas y yo” en La Biblioteca, número 4-5, verano de 2006), entonces no se entiende el afán de clausura que, como señala Saccomano, Sarlo exhibe en su última nota sobre el debate en cuestión. Tampoco se entiende –si no es por la lógica del combate- cómo es que se disponen los siempre listos alfiles. Nos referimos –cúando no- a una intervención de Link en su blog. Es acá cuando es curioso que alguien títule su intervención “Osvaldo y sus amigos” (www.linkillo.blogspot.com 22.02.07), mientras que tiempo atrás bastardeó al presente blog por una nota llamada “La crítica como club de amigos”. Lo raro no es que no pueda bastardearnos sino que ahora utilice lo que antes denostó, simplemente porque a los fines de su texto le es útil. Ejemplifiquemos con palabras del propio Link “No es raro que Radar se haya negado a publicar la réplica de Federico Monjeau a los desatinos publicados por Guillermo Saccomanno a próposito de un aniversario de Osvaldo Soriano, su amigo tan querido.” Pero en la prosa de Link hay más cosas para resaltar, y lo lindo –usemos ese calificativo- es que su prosa es encantadora, una cantera inacabable que hace los delirios de todo aquel que quiera copiar y pegar. Nos encanta. Seguimos, en esta clave, indagando en la defensa, que como arte en sí, se sostiene como un repliegue del armado de los efectos territoriales. Sí, en esta línea, sigamos con otra frase del maestro Link a propósito de su recuerdo cuando Soriano ordenó su “captura”, en los años mozos cuando trabajaba en editorial De la Flor. Citamos: “Pedía, me dijo Divinsky, mi cabeza, sobre todo cuando le dijeron que yo trabajaba con Pezzoni en la Facultad de Filosofía y Letras (ese antro de deformación cultural).” Si “antro y deformación” son términos que Soriano usó desde el resentimiento, allá él. Cada uno hace con sus prejuicios lo que puede. Pero si la cita del Soriano es cierta entonces en el texto de Link funciona de otra manera. Porque el ejercicio de la defensa que hace Link, parecería apoyar la tesis conservadora del autor de Cuarteles de invierno. Nos preguntamos: ¿qué es la cultura si no aquello que amerita la constante deformación? Más adelante Link menciona que la reseña que enojó en su momento a Soriano (a esta altura, un jerarca nazi) fue una reseña desfavorable que el propio Link escribiera a propósito de la reedición de la novela La vida entera de Martini (hoy por hoy reeditada por Leonora Djament en editorial Norma. Nota: lector sagaz, no deje de atar acabos). En sus palabras: “la publicación de mi texto irresponsable (del que me arrepentí varias veces a lo largo de mi vida).” Si como sostuvo Link cuando criticó la entrada antes mencionada en este blog “La crítica como club de amigos”: “los historiadores se encargarán de hablar de nuestro tiempo con palabras que no podemos siquiera adivinar. Pero es ésa precisamente la distancia entre la crítica (que trabaja en el presente) y la historiografía (que supone una mirada retrospectiva)” (www.linkillo.blogspot.com 08.01.07), no se entiende el “me arrepentí” si consideramos que las críticas se atienen a un corpus que se hace presente en el momento de la lectura y que, necesariamente, dicha mirada habrá de cambiar con el tiempo. Está bien. Link defiende lo que cree y le conviene sea lo mejor.Para nosotros, en cierto fluir de escrituras y lecturas, deberíamos estar todos sumados en un diálogo. Y, a pesar de que el control del diálogo es unas de las presas, que las prácticas institucionales por su lógica interna (eso que algunos llaman “carrera académica”) ponen en el centro de la mesa como si fuera el pavo de la boda; y sabiendo que nadie de manera solitaria lo va a cambiar, lo que sí vamos a seguir reclamando es la posibilidad de un espacio y una voz, libre de cualquier clase de patoterismo ilustrado o no.
6 comentarios:
crítica de la crítica (de los críticos).
ficcionalización de la ficcionalización de la ficción? o ficcionalización de los que ficcionalizan la ficción?
a estas alturas, queda quien hable de la ficción?
no.
espacios de poder.
lamentablemente, nos perdemos lo mejor: la literarura.
la verdad es que no sé...
EZ
Yo no soy adorador de la Sarlo (aunque no creo prudente ignorar su producción crítica), pero me parece que el problema que tiene o tuvo esta polémica fue el de parecer menos la defensa de una posición acerca de lo que la literatura es que una afrenta personal (y por lo tanto frívola) hacia ella.
Por otro lado, ¿cuál es la visión oclusiva? Si se refiere a los programas de estudio evidentemente cada cátedra recorta y hay autores que quedan afuera. Por ejemplo, cuando yo cursé Literatura Argentina II no se dió a Walsh ¿y? ¿Uno va a pensar que a algún profesor o estudiante dejaría de considerar a Walsh como fundamental?
Pero tal vez eso de "oclusivo" se refiera a otra cosa, a algún texto que yo no haya leído, por eso te pregunto.
¡Saludos!
lo de oclusivo se refiere justamente a dos cosas que vos mencionas: Primera, la actitud de Sarlo de cerrar el debate porque ella entiende que el mismo se acabó (bien fascistoide), la segunda, se refiere a que dudo que los demás críticos tengan una mirada aguda -la misma que ponen para todo el resto de las producciones- sobre la obra de Sarlo. Desde ya, que Sarlo tiene cosas que importan pero otras que se podrían criticar. Nadie es intocable ni manda por cien años. Le pese a quien le pese. Sobre los recortes, son lógicos, por tiempo de cursada es claro que no se podría dar toda la literatura en 4 meses. Además, para terminar, el hecho de Sarlo sea una intelectual, no la exime de tener actitudes autoritarias. Tampoco es condenada por eso. Sin embargo, ¿está mal señalarlas? Cree que en el fondo se le tiene miedo. No lo digo por vos. Lo digo en gral. Y a mí ese miedo en la Argentina, me da cosas que pensar.
tu amigo link ahora fiscaliza los comentarios:
"Se ha guardado su comentario y podrá visualizarse una vez que el propietario del blog lo haya aprobado."
seguramente, si me publica será para denostarme.
es que Herr Link es un demócrata.
Es que en la Argentina no hay autoritarismo. Para nada.
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