jueves, agosto 26, 2010

Cuál es mi perfil

hoy la palabra perfil (profile) aparece en todos lados y significa siempre lo mismo y cosas diferentes, cosas de cada uno, o cosas que cada uno cree que cada uno es, o cosas que pueden hacernos creer se puede ser cada uno, como cada quien, y qué sé yo cuántas cosas más.
Perfil, entre todas esas cosas y sus significados es el nombre de un periódico de la ciudad de Buenos Aires. Es también el nombre de un grupo empresario editorial. Grupo editorial Perfil, que entre otros negocios, publica el diario ya mencionado. Perfil, el diario, tuvo una primera época, donde según me dicen, su CEO quería hacer el diario mejor escrito de la Argentina, en sus palabras, nuestro New York Times. Esa primera época tuvo un problema. Se encontró con la apretada del diario Clarín que le dijo a los anunciantes que iban a anunciar en Perfil que si no anunciaban les haría descuentos especiales. Obviamente esos anunciantes se fueron a Clarín, la estrategia duró hasta que Perfil no aguantó mas y claudicó. ¿Libertad de prensa? Hoy Perfil tiene una segunda época, algo desmemoriada de su propio trauma y no recuerda aquel mal trago. Sale disciplinadamente sólo los fines de semana, como lo que es, una mala revista de cultura.
Su CEO, que tango gusta citar filosófos, pobre Nietzsche, para darse lustre de intelectual es el responsable editorial de bellezas tales como la revista Caras o la pésima Noticias. Curiosa indulgencia la nuestra ¿no? Cuando creemos que este CEO es un cultor del periodismo de alto vuelo.

jueves, agosto 12, 2010

Cena


Hoy, en una cena, trataba de explicarle a unos amigos qué diferencia encontraba entre la ficción y la no-ficción. Si por no-ficción entendemos el relato de un reality de TV y por ficción, una novela. Absurda e innecesaria explicación, me dirán. Pues sí, vano intento. Máxime si uno no tiene ni maldita idea de qué iria la supuesta cuestión. Pero la idea sería que uno cree que la ficción es un contrato con uno mismo, un propósito por seguir adelante con el propio mundo privado. En cambio un reality es la claudicación de cualquier propósito. Es la consagración de las causas y los efectos. Yo escribo para romper lo la determinación aunque escribir sea lo más determinado del mundo. En la ficción hay un contrato hecho para ser roto en cualquier momento. En los realitys todo lo roto pugna por ser compuesto a raíz del juego y el conflicto programado. En la ficción se busca la inutilidad y a su vez el contrato no ofrece garantías. En los realitys nada escapa a la lógica de los premios.