miércoles, diciembre 31, 2008

Amigos lectores: Feliz 2009

Gone with the wind

En 1934 se filmó la película que da título a esta nota. En una escena que las antologías glorifican, Scarlet dice algo así como que va a mentir, robar o hacer lo que tenga que hacer pero que le jura a Dios que no pasará hambre nunca más. Bueno, años después los "americanos" entraban en la Segunda Guerra Mundial la que, según dicen, fue la que sacó definitivamente a EEUU de la crisis económica que arrastraba desde la famosa crisis del 29. La frase de Scarlet, pasó como mera ficción, pero hoy cuando la vi en uno de esos resúmenes de fin de año que suelen armarse para pasar el tiempo antes de que lleguen las doce, entendí que esa película emblemática, encerraba en sí, más que una promesa, lleva en sí el sentido de un programa político.

Hoy, en la franja de Gaza, arden, mueren niños, familias enteras, los armamentos que pueden matar una oveja en un subte, se equivocan de golpe y hunden un barco de ayuda humanitaria. Como en la película, a los errores se los lleva el viento. La administración Clinton en su momento también bajó un tren en alguna zona de los Balcanes, era un tren la Cruz Roja. Las mismas armas especiales, se equivocan sin querer.

Sin embargo, la promesa de Scarlet, pugna por aferrarse ante los embates del viento. Procurar que la tempestad no se lleve los negocios de una cultura de negocios, en Medio de ese ápice en el borde Israel, duele, que Scarlet levante el puño crispado de una joven histérica del Sur, furiosa porque el mundo se mueve y ella quiere comer.

lunes, diciembre 29, 2008

Ahora sí, descorchen en paz...

viernes, diciembre 26, 2008

Día de la independencia


En primera persona, porque así me lo pedís, Miguel Villafañe, responsable de Santiago Arcos editora: me llamo Esteban Zabaljauregui y recién hoy leo tus opiniones en este blog de una nota publicada tiempo atrás. Antes que nada, gracias por escribir. Volviendo a la primera persona: hubieras sabido quien soy si la revista Ñ, la que publicó tu nota sobre políticas culturales, hubiera publicado mi respuesta a la tuya. Lamentablemente, Aulicino, no la publicó, tendrá sus razones. Lo cierto, es que como soy verdaderamente independiente, casi no existo, la publiqué en mi blog. Por otro lado, como vanguardista que soy, “qué importa quién habla” o algo así citaba Foucault, entendí que el nombre estaba por debajo del debate: qué iluso fui. Sobre tu nota: lamento haber torcido el sentido de tus ideas por medio de un sistema –entiendo que mal intencionado- de citas enrevesadas. Los que no tenemos argumentos, nos dedicamos a difamar. Qué le vas a hacer, este mundo no tiene arreglo.

Ahora bien, respondiendo a tus comentarios. Sobre estas frases tuyas, cito como puedo: “la importación de lecturas y de valor agregado desde España en particular a la Argentina que produce un fenómeno de saturación el las librerías donde el libro producido aquí (sobre todo de las editoriales chicas)pasa casi desapercibido” y esta otra: “le propongo al autor de la nota que lo verifique, otro ejercicio es estudiar qué pasó con INTERZONA y qué va a suceder con varios sellos independientes durante los próximos años sino se comienza a debatir el rol del Estado como protector de las industrias culturales)”; opino lo siguiente: yo tengo una editorial llamada Ladosur ediciones, que más que independiente, depende en mí en todo lo que puedo hacer para que siga viviendo. Esto es, no dependo de las billeteras de señores que un día se cansan y adiós Interzona. Dependo sólo de mí y de lo que pueda vender. Ah, una vez gané un subsidio del plan del CMD. Te cuento, que publiqué títulos muy independientes que, oh paradoja del mercado, no encontraron el favor popular. Como además fui librero muchos años, muchas navidades, muchos días del niño, sabía que esos libros “independientes” no se iban a vender, conozco hasta dónde llega mi gente, sin embargo los edité. Miguel: ¿esto me da el título de editor independiente? Quién lo sabe.

Miguel: el problema de saber si soy o no un editor independiente no es sólo un problema que deba tratar con mi analista. El problema de esa definición es que es un imposible, por no decir: una argucia sin sentido o un mero anacronismo. Es una apelación a algo que nadie cree. Es una invención por oposición a una cuestión de mercado: la concentración. La otra palabra que conforma este rosario cool es “bibliodiversidad”. Bueno, uno es tonto, pero no tanto como dejarse engañar con esos dos espejos de colores. Ambas palabras cobrar un valor dentro de un espacio de construcción de poder y hegemonías. No hay independencia que valga, por ejemplo, desde el momento en que las revistas culturales reproducen timoratamente los designios del campo cultural, respetando a raja tabla, las modas y lo llamado “correctamente político”. Te invito a recordar qué pasó con el programa Opción libros de la era Telerman, dirigido por una colaboradora de Viñas. Más allá de las buenas intenciones, el programa se deshizo en el mercado que conforman muchos de esos libreros de la calle Corrientes que cuando les conviene apelan a la palabra independiente, para pedir los favores de las administraciones de turno. Recuerdo, que cuándo quise saber cuáles eran los recursos para llevar adelante este programa que te menciono, la respuesta que obtuve fue que esa información no me la podían dar. ¿Se trataba de una política de Estado en tiempos de guerra? “Y mis impuestos a dónde van”, pensé como buen liberal. ¿Y la libertad de prensa? ¿Y la independencia?

Me temo que la independencia es una palabra que suena bien en las películas americanas que reflejan o producen las propias pesadillas del sueño americano. Felices sueños.

miércoles, diciembre 17, 2008

Desesperen: teatro de Guebel

A pesar de todo, Ladosur ediciones presentó otro libro "Tres obras para desesperar", de Daniel Guebel. Dramaturgia al servicio de la ansiedad y el absurdo.
En las fotos que siguen encuentren al editor responsable.

La gente linda de Palermo Soja

Guebel y Quintín

martes, diciembre 16, 2008

La letra con sangre...

Es increible lo tarde que uno puede aprender las cosas. Con mis cuarenta y dos años cumplidos hace poco más de un mes, recién hoy me entero de que iba aquél viejo dicho que se inicia con las palabras que titulan esta nota. Hoy presenté un libro de mi editorial en la librería Eterna Decadencia. Mis libros no estaban porque el imprentero no me los dio a tiempo, parece mentira. Sin embargo, esto no fue obstáculo suficiente, porque mi autor presentaba otra obra suya publicada por la mencionada editorial de la librería en cuestión. Las cosas salieron adelante. Se presentó el de Eterna Decadencia y se anunció la pronta salida del mío. Lo que hoy me terminó de caer, cual ficha, era a qué se parecía la coqueta instalación de la librería. Sí, de pronto, lo vi con claridad: se parecía, más bien remedaba, a una estancia de la Patagonia. Até cabos. El dueño de la editorial-librería es heredero de una familia con grandes extensiones de tierra en nuestro bien amado Sur; familia que además regentea una cadena de supermercados que se reparten a la largo de la Patagonia. Supe, de golpe, que ese emprendimiento cultural, estaba financiado por la última avanzada del roquismo en el siglo XXI, roquismo que está más vivo de lo que creemos. La letra con sangre entra.

sábado, diciembre 13, 2008

Frutas de fin de año: un regalo para la boca

La empresa comunista: eso dicen

Saramago dice ser un “comunista hormonal” y eso no me dice nada hoy por hoy. Hace unos días comencé a trabajar en una empresa que dicen “es comunista”, al menos en su remoto origen, pero lo cierto es que tiene más marketing y recursos humanos que las más cerradas de las capillas capitalistas. Claro, no es que quiera redundar en esa lógica de que los extremos se tocan como diría Doña Rosa. ¿Cuáles son los extremos? ¿Qué es un extremo? ¿Qué es tocarse? Podrían ser preguntas para que Doña Rosa se haga, pero sé que la dona nunca se las va a ser: sería atentar contra su propio dasein. La cuestión es que me hallo inmerso en una maraña de mails diarios, hablando de estructuras de trabajo. ¿Vieron? Eso que le endilgaban al comunismo soviético, eso de ser burocrático, pesado; eso, no está lejos de las empresas capitalistas que tenemos. En la maraña que menciono se encuentra un mágico y antropológico sistema de control puesto en acción por los propios empleados que internalizan, con mucha fe y nada de meditación, las mutaciones del antiguo panóptico. No hace falta un tipo en una torre mirando a todos los presos, si entre nosotros nos podemos controlar mejor. La frase más escuchada es “mandamelo con copia a mí”. Sí, el genio de los programas de correos inventó dos funciones brillantes: la copia abierta, para demostrar sinceridad y espíritu gregario; y la copia oculta, para operar de modo secreto, en el más claro plan delator. Así, un mero programa de computadora, se convierte en un programa de gestión laboral, de relaciones laborales, de mecanismo de control. El genio que lo inventó, justificará ingenuamente las bondades del sistema, bondades llamadas “utilidades del sistemas”, sistemas que la gente conoce como “utilitarios”. Y acá hay algo interesante: ¿qué puede tener de malo, de perverso, un útil? Lo utilitario, en clave de útil, remite al universo escolar donde la regla, el lápiz, el cuaderno, eran llamados –al menos en nuestro país- “útiles”. ¿Qué puede tener de malo una regla salvo que se la utilice para atizar los dedos de un estudiante? Pero cómo es que derivé de Saramago hasta la paranoia de los mecanismos de control y sus instrumentos de castigo. No lo sé. ¿El lector encontrará una línea argumentativa? ¿Es este un problema que debe afectarme para seguir escribiendo? Qué sé yo. Lo cierto es que “utilidad”, es también un sinónimo de “ganancia”, de renta. La línea: Saramago, controles de trabajo, capitalismo versus comunismo, elementos de castigo, ganancia, parece tener cierta relación. Al menos, son palabras que se empiezan a juntar en esta página y, en especial, dentro de cierto conjunto, que como tantos otros, no deja de ser arbitrario, pero coherente mientras funcione internamente. Saramago hace culto de su rictus, de su cara de Saramargo. ¿Por qué? Porque hay un mandato pueril que dice que ser comunista es ser serio, grave. Los problemas del mundo no son joda. Bueno, no son joda, eso es cierto. Sin embargo, mientras Saramago encontraba la llave del éxito que lo llevó a una plácida estancia en la isla de Lanzarote y acariciar todos los meses la abultada cifra de su cuenta bancaria, yo me hunde en el laberinto de los correos con copia. Esos correos que componen una novela epistolar por demás tediosa, casi una cifra de lo que puede imaginarse como un castigo en el averno. Nadie, ningún lector, podría, soportaría leer ese horror vacuo de mail uno detrás de otro. Sade, comparado con esa escritura, es un inocente libro de cocina. La pesadez de la delación continua y la nada en su forma más acabada y concreta ¿no parecen la encarnación del horror per se? Si el tedio en Kakfa es la figura del espanto y la nada, los correos internos de las organizaciones son su proyección más veraz. Por eso siempre pienso que Kakfa era un realista más que un vanguardista. Últimamente escuché la frase, tan usada en las colas de las películas de cine, “una ficción basada en hechos reales”. Hoy me convenzo que la lógica es a la inversa: “un hecho real basado en una ficción”. Ya sé: está de moda decir que la ficción produce realidad. Es cierto. ¿Pero hasta qué punto conocemos los alcances de eso que nos parece, hoy por hoy, evidente? Yo creo que no mensuramos la verdadera espesura; desconocemos los límites de ese fondeo. El entramado ficcional se convierte en lo único real, no hay otro relato que esa vida entre paredes de personas que se convencen cada día de que el rol que juegan es real. Por lo tanto, ¿de qué sirve escribir una novela para denunciar, para contarle al mundo el horror de una estafa, si en nuestros papeles diarios no vivimos más que en una ficción? Denunciar por fuera de qué a quién. Sin duda hay un “afuera”, ficcional o no. Ese “afuera” es el que legitima la ficción. Un compañero de mi trabajo nuevo, el de la empresa comunista, me dijo que el primer año que trabajo, no hacía dos meses que había ingresado, en la fiesta de fin de año, se gano un premio sorteado: “un viaje a Buzios”. Comunismo y turismo, pensé. Claro, el turismo también es una cara de la administración: basta con ver esos “paquetes” que venden las agencias de viajes para entender que el “tiempo es dinero” y que dos días en París, medio, en Bruselas, dos en Berlín, etc., son el ejercicio más parecido a la felicidad que tenemos. Pero acá también hay una afuera: están los que dicen “yo no viajo en tour, me organizo solo”.


continuará...


viernes, noviembre 28, 2008

Estética de lo deshecho

Este collage reune tapas de la revista "El interpretador". Dicen que el collage lo armó Padro Mairal. Aquí la imagen.


miércoles, noviembre 26, 2008

Regreso

Hoy: Minas

Carne sobre carne

lunes, noviembre 24, 2008

Au revoir!

Un día las cosas no cierran como lo hacen habitualmente y sin mayores alardes decidimos tomarnos unas merecidas vacaciones. Nuestras estadísticas demuestran que casi no tenemos lectores y, cual editor de Interzona, preferimos bajar la cortina. Nos quedan pendientes muchas cosas. Entre ellas, honrar aquella frase que decía que "con la democracia se come, se educa..." y no recordamos cuántas cosas más.

sábado, noviembre 15, 2008

Falsa conciencia


El texto que sigue es la despedida de la editorial Interzona. Entendemos que no estaría demás su análisis.

Despedida

Estimados lectores, autores, colegas, periodistas, colaboradores y amigos:
Interzona ha vivido un proceso de crecimiento acelerado. La Interzona de su fundación en 2002 es muy diferente de la actual. Pero, al mismo tiempo que adquirió un prestigio y presencia, no alcanzó punto de equilibrio. Pese a los esfuerzos de todos los que participamos en el proyecto, Interzona no logró cubrir sus costos. Detener la producción editorial es una decisión difícil de tomar, pero lo hacemos con la intención de encontrar la plataforma cuya estructura de producción y distribución permita dar el crecimiento que Interzona demanda. Una plataforma que garantice la calidad editorial en los términos que Interzona recreó, con mucho trabajó y buenos deseos.
Estamos orgullosos de estos cinco años de edición. De un catálogo de ochenta títulos lleno de apuestas, descubrimientos y rescates. Orgullosos también de haber generado espacios de discusión con una respuesta del público y de los participantes siempre positiva. De habernos propuesto como un actor cultural activo, moderno, en suma.
Interzona Editora son todos los que estuvieron, los que continuamos y los que vendrán. Agradecemos a nuestros editores, quienes han construido un catálogo innovador con ojo atento; a todos nuestros autores y traductores, por la confianza; a los diseñadores, correctores, imprenteros y papeleros, que nos acompañaron en la producción de nuestros títulos; a los medios, periodistas y críticos, por su interés y la siempre buena recepción; y finalmente, a los libreros y distribuidores, por habernos ayudado a acercar nuestros libros a aquellos a quienes siempre agradeceremos: los lectores.

Interzona Editora S.A.

lunes, noviembre 10, 2008

A alguien le puede interesar y viceversa

Festival de literatura

http://www.filba.org.ar/

A realizarse en el hipergestivo Malba, para bien de pocos y mal de muchos o a la inversa. Claro que la literatura no es la cultura, ni viceversa. Una en la otra y viceversa. Las caras invitadas son las de siempre y viceversa. Es lo que Bourdieu llama el campo y viceversa. 

lunes, noviembre 03, 2008

42 Aniversario

viernes, octubre 31, 2008

Algunos lo tienen


jueves, octubre 30, 2008

¿Políticas culturales o políticas de subsidios?



En la nota “Ir de feria, con una política”, publicada en la revista Ñ del día 4 de octubre de 2008, su autor, el editor Miguel A. Villafañe, responsable de la editorial Santiago Arcos, describe su concepción de una política cultural. En particular, hace referencia a cuál debería ser el rol del Estado desde la perspectiva y necesidades de un –en sus propias palabras- “pequeño editor independiente”.

Sostiene Villafañe: “El Estado debería colaborar a través de subsidios que ayuden a los editores comprometidos… a comprar derechos de edición y traducción de libros”; a esto agrega que “las propuestas de autores y obras a contratar deberían surgir de las pequeñas editoriales independientes que apuestan a la renovación de las lecturas y el canon…” y concluye que “una parte de los libros editados debería integrar el sistema público de bibliotecas populares a través de la CONABIP para asegurar así una distribución democrática de estos saberes.”

Este editor entiende que nuestro país debe mutar de un rol pasivo y “exótico” –en especial en vistas a la Feria de Frankfurt 2010- a “ser agente de cambio que aplica un plan de política cultural acorde a las necesidades de modernización y transformación de las ofertas de lecturas pensando en toda la población”.

Es por eso que, para completar su plan, Villafañe proponga que el Estado financie un “Centro del Libro Argentino en España” cumpliendo de este modo, funciones de “garante y distribuidor del patrimonio común”.

El titular de Santiago Arcos señala, con buen tino, que es en la feria de Frankfurt donde se define, “se cocina” (palabras de Villafañe), lo que se leerá en los próximos 2 o 3 años. En esta feria de negocios de compra y venta de derechos de edición y traducción, las editoriales españolas demuestran todo su peso y determinan lo que será la tendencia del mercado en el mundo de habla hispana.

A partir de lo antes dicho, este editor concluye que devenimos importadores de los contenidos producidos “a partir de las estéticas e ideologías dominantes en Europa”, de modo tal que las políticas editoriales de las empresas españolas enmarcan, en gran medida, nuestros horizontes de lectura.

Ahora bien, cuál es el rol del Estado según la nota escrita por Villafañe. A primera vista, se desprendería de su lectura que una política cultural es igual a una política de subsidios. Pensaríamos, entonces, en un Estado garante y facilitador de negocios; un Estado capaz de financiar a pequeños y medianos emprendedores. El Estado, en este sentido, no sólo financia la compra de derechos de edición, sino también de traducción y termina garantizando el punto de equilibrio de los productores locales a través de las compras que realizaría y realiza, actualmente, la CONABIP. ¿Pero nos podemos preguntar si una política de subsidios es una política cultural? Con este modelo de financiamiento, no se logra revertir la invasión de “contenidos” producidos en el primer mundo. Lo único que se logra es que el Estado favorezca a pequeños productores locales y garantice la venta de la producción cultural europea. El dinero del Estado –de todos nosotros- sigue financiando al sector privado y facilitando una balanza de importación de ideas.

Desde nuestra perspectiva, el modelo que imagina Villafañe se presenta como defensor de la producción nacional, como garante de una igualitaria distribución de contenidos –éste sería el propósito de las compras de la CONABIP- pero deja de lado algunos aspectos que sí deberían tenerse en cuenta al momento de pensar una política cultural.

En primer lugar, no existe una política cultural sin un diseño de indicadores de evaluación de proyecto. Por ejemplo, ¿sabemos si la mencionada CONABIP no termina favoreciendo en gran medida, con sus compras, a grupos multinacionales? ¿Qué porcentaje de sus compras repercute en los pequeños y medianos editores?

Segundo, ¿Sabemos si las compras que realizan las bibliotecas populares se corresponden con las necesidades reales de sus comunidades de origen? ¿Son públicos los resultados de estas compras? ¿Garantizan, como dice Villafañe, “una distribución democrática de saberes”? En las jornadas CONABIP de la Feria del Libro de Buenos Aires, observamos que gran parte de las compras que realizan las bibliotecas populares con dinero otorgado por la CONABIP termina engrosando las arcas de los grupos multinacionales. El fenómeno del mercado cultural es muy complejo, de modo que tampoco se puede condenar la compra de títulos por el sólo de pertenecer a editoriales extranjeras, si hay una necesidad legítima por conseguir dicho material para una biblioteca. En este caso no tiene mucho lugar hacer una defensa nacionalista de la cultura.

Tercero, siguiendo la línea de Villafañe, por qué el Estado debe ser “activo” al momento de aportar dinero en subsidios, pero debe dejar que las empresas privadas –pequeñas o grandes- sean las que determinen la línea cultural de un posible lectorado definiendo qué se debe leer.

Cuarto, a partir de lo anterior, se desprende, también, algo que no menciona Villafañe, preocupado por las políticas culturales, y que es importante tener en cuenta: la mayor cantidad de las editoriales están situadas en Buenos Aires, razón por la cual, además de ser las editoriales privadas las que definen una política cultural, la misma pecaría de un centralismo que corre el riesgo de ignorar la diversidad cultural de un mapa vasto y complejo como el de la Argentina.

Quinto, no está demás preguntarse –si nos consideramos democráticos- si los contenidos que creemos como insoslayables desde nuestros espacios de centrales de decisión –bien por responder a las tendencias intelectuales del momento; bien, por responder a demandas de mercado; o bien, por responder a apuestas de vanguardia, entre otras razones- están en sincronía con las problemáticas del mapa antes mencionado.

¿Podríamos, entonces, pensar una propuesta que fuera viable como inicio de un plan de política cultural? Pensemos, como punto de partida, por ejemplo, la política que lleva a cabo Francia como promoción de su producción cultural (Un ejemplo en nuestro país de esta clase de subsidio lo lleva adelante la Fundación Typa). El gobierno francés subsidia a editoriales extranjeras para que éstas puedan comprar derechos de edición o traducción; incluso, en algunos casos, llega a subvencionar parte de la producción de los proyectos editoriales. Ese dinero cumple un triple rol: primero, promueve el capital intelectual francés, posibilitando que la producción cultural se posicione en otros mercados; segundo, este posicionamiento, impone paradigmas de discusión en el campo de las ideas; por último, ese dinero que un primer momento, sale de Francia, concluye su círculo virtuoso, regresando como remesas por las liquidaciones de derechos de edición. Es de algún modo un subsidio indirecto, pero mucho más efectivo que un subsidio directo a la producción y/o compras de derechos de edición o traducción.

Finalmente, otro punto a pensar, en términos de una política cultural, tiene que ver con la responsabilidad del Estado en tanto productor de lectorado. Diagnosticar las prácticas de lectura en los ámbitos de formación así como fuera de los mismos de manera cualitativa y cuantitativa no puede ser una tarea exenta del diseño de políticas culturales.

En resumen, el Estado no puede ser el socio ciego de los emprendimientos privados, ni puede dejar que éstos determinen un canon de lecturas o de discusiones. El Estado debe facilitar herramientas para el desarrollo privado, previa evaluación sobre quiénes las necesitan y quiénes no. En definitiva una política cultural debe pensarse de la manera más plural posible, porque ese es el sentido de una política a nivel estatal: lo demás son posiciones legítimas pera parciales de sectores particulares.

miércoles, octubre 29, 2008

El gran DT



Hoy todo el reaccionarato debe estar sacudido. Nombraron a Maradona DT de la Selección Mayor de fútbol y eso debe estar revolviendo estómagos. Los estómagos de aquellos que muy probablemente nunca hayan pateado una pelota, pero que desde la platea con un pucho en una mano y la gaseosa en la otra, se quejan de todo lo que los jugadores deberían hacer pero no hacen. Esos estómagos para los que, seguramente, el Diego, nunca dejó de ser un "negro de mierda" a pesar de haber sido campeón y subcampeón del mundo, en la cancha, claro está, no en una platea. En la cancha, frente a jugadores alemanes, ingleses, italianos, etc., no frente al vendedor de gaseosa que recorre las gradas. Como venimos marcando, les molesta el Diego y dicen que no tiene experiencia, que no es lo mismo jugar que dirigir, que la Selección se va a transformar en un quilombo, ¿y? preguntamos nosotros. ¿Y? La supuesta seriedad de Bianchi, no le alcanzó para pasar un semestre en la Roma. Se volvió rapidíto: lo que le dicen "de cabotaje".
Los pelos cortos de Pasarella, se quedaron a mitad de camino. Las locuras de Bielsa se disolvieron como uno de sus chupetines. Dejemos, entonces, al Diego, el más grande de los últimos treinta años. Algo debe saber. Acaso el más exitoso jugador argentino en el extranjero.

sábado, octubre 25, 2008

Primera Plana

¿Yo sopapeado? ¿Seguro? O más bien yo sopapeador de laburos ajenos. ¡Ay, Puán, qué hijos has parido!


Anónimo

Nota de los editores

En un gesto democrático que no tienen otros trabajadores (Clarín y sus fieles empleados, por citar a alguien), Deshecho quizo dar un lugar destacado a esta intervención. Porque ojo, no sabemos si santificar las acciones de los empleados es respetar las acciones de los trabajadores. Por ejemplo: ¿qué clase de trabajador es Julio Blank? ¿Recuerdan alguno de los titulares que salieron de su pluma? Muchos corren por izquierda, pero viven por derecha y mezclan todo, de modo de que en ese batido: Puán, Deshecho, acciones varias y muchas otras cuestiones, sean una misma y valgan igual. Tenemos claro, muy clarito, que Deshecho no ningunea el trabajo de nadie como sí lo hacen los empleadores que pagan parte de los salarios en negro aunque después prediquen, como sacerdotes, recomendando los beneficios de la humildad.

miércoles, octubre 22, 2008

Si alguien todavía se preguntaba qué quería decir Michel Foucault cuando hablaba de disciplina, lea nuestra entrada anterior.
Trabajadores del mundo, uníos


Otro servicio de DeshechoJOBS una chance para terminar de cagarse la vida

101.- Imitador de PAPÁ NOEL
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lunes, octubre 20, 2008

Hablando de "yo" sopapeado


Un poco de poder y disciplina
Estar mal es estar bien, a veces

Para los neuróticos, hablar de sus dramas, de sus sesiones, de sus secciones, es como el pan de cada día. La enfermedad o de la insatisfacción parecen manifestaciones de la salud. Nadie se de por aludido. No aceptamos paranoicos: sólo infelices y autodisciplinados.
Mucho "yo" sopapeado y todo eso.
Comentarios deshechos

"Tom Lupo es el Antonio Carrizo del rock." Igualito de obsecuente.

sábado, octubre 18, 2008

Eso es historia

Mala noche para empezar a contar una historia fue su primera novela. La acción transcurre en una cabaña aislada donde una pareja fugada de sus respectivas obligaciones se entrega a los pactos de un amor secreto. Una repentina tormeta castiga sin pausa a la endeble construcción y desata una serie de infortunios. De final trágico y previsible, la crítica la definió como una mala copia del estilo de Stephen King. Pasó sin pena ni gloria por las estanterías de las librerías.
Otro fallido intento fue Flashback en el paraíso, supuesto policial, escrito de atrás para adelante como su nombre lo indica. Una pareja llega con su hijo al lugar de sus sueños. La mudanza cargada de expectativas acuñadas a lo largo de toda una vida se desmorona cuando la fiel esposa se enamora de un leñador. La historia comienza cuando están metiendo al frustrado esposo dentro de un móvil de la policía. Los especialistas sólo rescataron el título y algunos párrafos. Dijeron: "más de lo mismo".
Su novela póstuma: Balance de un día, no escapa a las generales de su estilo. Un oficinista llega a su casa después de una jornada de trabajo. Se prepara un café y mientras lo toma decide que ya no volverá a ser el mismo. Las reseñas señalaron: "la obsesión por las despedidas en un escritor que nunca encontró su obra".
La muerte de este autor no mereció la atención de los diccionarios de autores ni siquiera una breve en un suplemento cultural. Su nombre, valga la paradoja, se amontona en la tumba del escritor anónimo caído en combate.

martes, octubre 14, 2008

Ovidio

Algo bueno se podrá hacer con esa bandera ¿no?

Si alguien en la ciudad de Roma ignora el arte de
amar, lea mis páginas, y ame instruido por sus versos.

sábado, octubre 11, 2008

Meter definiciones en la bolsa



La bolsa o la vida, devolvé la bolsa, cayó la bolsa, cerró en baja, lunes negro, hechos bolsa, palo y a la bolsa
son algunas de las frases que vienen a nuestra magra mente en este momento.
La mercados por su parte suelen estar, según los periodistas especializados: ansiosos, cautelosos, preocupados, expectantes, estables y muchas cosas más.
Las personas, según los gerentes de Recursos Humanos pueden ser: pasivos, proactivos, con experiencia, innovadores, senior, junior, etc.
En Recursos Humanos suelen trabajar psicólogos, también sociólogos. Las ciencias humanas qué otra cosa pueden ofrecerle al mercado.
El ideolecto del mercado caló en las relaciones interpersonales. Escuchamos decir sobre alguien que está fuera de un asunto "que no cotiza más" o bien "tus acciones están en baja".
Alguien que no consigue trabajo, por su parte, está "fuera del mercado".
Hasta se puede decir que "no hay mercado para el amor". Podemos preguntarnos ¿por qué los profesores de letras hacen hincapié en cuestiones gramáticales a lo largo de la formación escolar y luego en la vida en general? ¿Por qué tanto normativismo? ¿Por qué tanto valor a lo correctivo? La respuesta: porque es su forma de cotizar en el mercado laboral. La corrección no es otra cosa que un efecto aduana sobre las relaciones laborales. No la desdeñamos, desde ya. Pero qué es en el contexto de "mercado del trabajo".
Los intangibles no son tan intangibles. De lo contrario a qué viene tanta apelación a los "intelectuales" por parte de los medios en estos tiempos de "crisis".

To be continued