martes, octubre 31, 2006

Profile #1

Algunos -y que esto no sea leído como una sentencia- sólo tienen profile. Su mundo no es más que la extensión de su perfil; y su perfil llega hasta los límites de su blog. Finalmente, todo forma un círculo y el perro se muerde la cola. El blogista se mira al espejo y el espejo le devuelve su rostro. Letras, ocurrencias, fotos de chongos haciéndose la del mono, una serie links estudiados, las visitas de los amigos, de los recomedados, qué más.

viernes, octubre 27, 2006

Pornology 1

Después de lo que todos sabemos, qué importa el juicio de la mayoría. Finalmente, quedamos reducidos a un juicio unitario, personal. Buscamos nuestras propias conclusiones. No ignoramos lo que sabemos del determinismo, la marca de clase, la lengua que nos habla. Es más, nadie podría creerse tan original, eso está claro, como para pensar que descubrió algo que nadie antes había visto. Sin embargo, dejamos la puerta abierta para decir algunas cosas. Primero, el cuerpo. Segundo, el amor. Tercero, el arte o cuando menos, el artificio. Es una trilogía compleja, rica en matices y recovecos. Lo mismo puedo decir de ella, con la salvedad de que todas las aristas de esa trilogía se pliegan en un solo escherzo. El cuerpo se pliega en el amor, el amor en el artificio, y al fin todo es una forma de la estética, una gimnasia, que nos cautiva como un acto de proezas en el circo. Frente a ella ¿volvemos a ser niños?

miércoles, octubre 25, 2006


Pobre Diablo


Junto con su crisis económica, signada por el cuantioso pasivo que detenta, e institucional, marcada por la pérdida del peso social que siempre supo tener, Independiente perdió, hace mucho, su identidad. Producto de estas pérdidas, pero en especial de la última, es que Independiente se volvió un equipo que nadie respeta, ni de visitante ni de local, y cuya seña más constante es su recurrente intermitencia.
Así, Independiente puede ser un equipo que algunas fechas consiga resultados heroicos y otras, rotundos o mediocres fracasos. Prueba de esto son los resultados del presente campeonato así como de los últimos diez o quince años. Podríamos decir, para ilustrar con una fecha clave, desde que se retiró Bochini.
La decadencia de Independiente no está fuera de otras decadencias que afectan a la sociedad argentina en general, sin embargo, “mal de muchos”, no exime al equipo de Avellaneda, de plantearse de una vez y para siempre, volver a retomar la senda que supo transitar, aquella que lo llevó a los éxitos que lo hicieron grande, o quedar instalado al infinito, en los vaivenes del azar deportivo.
No se puede pensar en un proyecto cuando cada año se arma un plantel diferente con jugadores que –profesionalismo mediante– vienen al club a hacer su trabajo como trabajadores golondrinas. La identidad, lo que pensamos de qué se trata esa palabra “identidad”, se construye cuando se piensa en términos de un proyecto más o menos a largo plazo. Resulta difícil explicarle a un jugador que se pone la camiseta de Independiente por una temporada, lo que para el simpatizante, implica la historia de ese color. No alcanza con traer un técnico, como se dice ahora, del riñón del club, para que eso, por arte de magia, impregne a los jugadores, de la otrora mística copera. Hace falta mucho más. Es necesario, entender y hacer entender, a directivos, hinchas, jugadores y cuerpo técnico, lo que implica una tradición, esto es: una historia y una responsabilidad asumida con dicha historia.
Es hora de parar la pelota y recordarle a quien está por entrar en la cancha dos simples preguntas: “¿Vos sabés qué significa la camiseta que tenés puesta? ¿Vos sabés quién se la puso antes que vos?”
Sí, porque un proyecto a largo plazo va más allá de las coyunturas, aunque la historia se nutra de ellas; un proyecto es saber a dónde vamos y de dónde venimos.

domingo, octubre 15, 2006

La realidad le ganó al pochoclo


Entre los que se olvidan de apagar sus celulares y aquellos que llevan consigo un kilo de pochoclos, faltaría que alguna marca de gaseosa sponsoreara nuestra bandera, justo en el lugar donde va el sol, para que nuestro mundo de capas medias se consolidara finalmente como otro apéndice del estúpido mainstream americano.
Por suerte, el viejo materialismo, algo oxidado, todavía da muestras de salud. Hoy cuando me disponía a entrar al cine Village Caballito, me topé con un paro realizado por sus trabajadores. Sí, esos que uno prejuzga como chicos Mc Donals; esos que a uno lo reciben con una sonrisa de oreja a oreja y a los que se los uniforma con horribles camisas celestes; sí, esos a los que no les dejan recibir propina cuando se entra a la sala; sí, esos, se habían unido para hacer una medida de fuerza.
¿Por qué? Porque ganan $500 por mes. Porque nadie les repeta sus horarios. Porque no son dueños de su tiempo: cuando hay poco trabajo los mandan a sus casas y cuando hay demasiado, los obligan a quedarse. Esos, hoy me dieron una lección de conciencia.
La empresa dueña de los complejos de cine, por su parte, les ofreció, para que levantaran la medida de fuerza, la absurda suma de $0.88 de aumento por hora. Los trabajadores dijeron que no. Hoy en ningún Village se vieron películas; tampoco documentales donde se cuenta los sufrimientos de la gente en lugares extraños del planeta ni siquiera el lado oculto de las compañías de aviación.