domingo, octubre 15, 2006

La realidad le ganó al pochoclo


Entre los que se olvidan de apagar sus celulares y aquellos que llevan consigo un kilo de pochoclos, faltaría que alguna marca de gaseosa sponsoreara nuestra bandera, justo en el lugar donde va el sol, para que nuestro mundo de capas medias se consolidara finalmente como otro apéndice del estúpido mainstream americano.
Por suerte, el viejo materialismo, algo oxidado, todavía da muestras de salud. Hoy cuando me disponía a entrar al cine Village Caballito, me topé con un paro realizado por sus trabajadores. Sí, esos que uno prejuzga como chicos Mc Donals; esos que a uno lo reciben con una sonrisa de oreja a oreja y a los que se los uniforma con horribles camisas celestes; sí, esos a los que no les dejan recibir propina cuando se entra a la sala; sí, esos, se habían unido para hacer una medida de fuerza.
¿Por qué? Porque ganan $500 por mes. Porque nadie les repeta sus horarios. Porque no son dueños de su tiempo: cuando hay poco trabajo los mandan a sus casas y cuando hay demasiado, los obligan a quedarse. Esos, hoy me dieron una lección de conciencia.
La empresa dueña de los complejos de cine, por su parte, les ofreció, para que levantaran la medida de fuerza, la absurda suma de $0.88 de aumento por hora. Los trabajadores dijeron que no. Hoy en ningún Village se vieron películas; tampoco documentales donde se cuenta los sufrimientos de la gente en lugares extraños del planeta ni siquiera el lado oculto de las compañías de aviación.

No hay comentarios.: