miércoles, octubre 25, 2006


Pobre Diablo


Junto con su crisis económica, signada por el cuantioso pasivo que detenta, e institucional, marcada por la pérdida del peso social que siempre supo tener, Independiente perdió, hace mucho, su identidad. Producto de estas pérdidas, pero en especial de la última, es que Independiente se volvió un equipo que nadie respeta, ni de visitante ni de local, y cuya seña más constante es su recurrente intermitencia.
Así, Independiente puede ser un equipo que algunas fechas consiga resultados heroicos y otras, rotundos o mediocres fracasos. Prueba de esto son los resultados del presente campeonato así como de los últimos diez o quince años. Podríamos decir, para ilustrar con una fecha clave, desde que se retiró Bochini.
La decadencia de Independiente no está fuera de otras decadencias que afectan a la sociedad argentina en general, sin embargo, “mal de muchos”, no exime al equipo de Avellaneda, de plantearse de una vez y para siempre, volver a retomar la senda que supo transitar, aquella que lo llevó a los éxitos que lo hicieron grande, o quedar instalado al infinito, en los vaivenes del azar deportivo.
No se puede pensar en un proyecto cuando cada año se arma un plantel diferente con jugadores que –profesionalismo mediante– vienen al club a hacer su trabajo como trabajadores golondrinas. La identidad, lo que pensamos de qué se trata esa palabra “identidad”, se construye cuando se piensa en términos de un proyecto más o menos a largo plazo. Resulta difícil explicarle a un jugador que se pone la camiseta de Independiente por una temporada, lo que para el simpatizante, implica la historia de ese color. No alcanza con traer un técnico, como se dice ahora, del riñón del club, para que eso, por arte de magia, impregne a los jugadores, de la otrora mística copera. Hace falta mucho más. Es necesario, entender y hacer entender, a directivos, hinchas, jugadores y cuerpo técnico, lo que implica una tradición, esto es: una historia y una responsabilidad asumida con dicha historia.
Es hora de parar la pelota y recordarle a quien está por entrar en la cancha dos simples preguntas: “¿Vos sabés qué significa la camiseta que tenés puesta? ¿Vos sabés quién se la puso antes que vos?”
Sí, porque un proyecto a largo plazo va más allá de las coyunturas, aunque la historia se nutra de ellas; un proyecto es saber a dónde vamos y de dónde venimos.

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