martes, mayo 01, 2007

Lecturas deshechas. Ocio, novela de Fabián Casas

El Ocio debería ser la religión de los pueblos

No conocemos a Fabián Casas de ningún lado. Él tampoco nos conoce a nosotros. Estamos casi seguros de que tampoco lee nuestra página, como no lo hace más del 99 % del resto de la humanidad. Alguien dirá ¿a qué vienen estas palabras? ¿Qué sentido tienen, si el objeto de este texto es una mera reseña de alguna obra del mencionado autor? Pues, la verdad, es que estas palabras no vienen a nada en particular. Sin embargo, no son un simple carreteo. Entendemos que hay algo más que justifica su presencia aquí. Creemos contra toda teoría literaria puramente inmanentista que lo que viene en breve estará menos viciado por cualquier parentesco, filiación, o sencillamente un amiguismo sincero u oportuno, justamente por tener la propiedad del anonimato total. Sabemos cuántas palabras laudatorias recorren las calles colectoras de la literatura, fieles a la lógica de los dones o del Potlatch. En nuestro caso no hay nada de eso. No por eso somos mejores, ni tenemos mayores méritos ni aciertos: que alguien sea chupamedias no invalida sus capacidades, las que por otro lado, pueden ser muy variadas e interesantes. Dicho esto, lo que nos toca, es aventurarnos sobre una novela breve de aparición reciente, llamada “Ocio”.Lo que podemos decir sobre esta novela corta es que trata de armar a lo largo de una serie de aventuras hiladas con sutil cadencia e imperceptible declive una definición. Como si todo el texto conformara un diccionario de una sola palabra. Es probable que esto sea válido para casi toda la literatura, sin embargo, en este caso, en un momento de la lectura, como una manzana, nos cae la sensación de narración alcanza a perfilar una idea multicolor y prismática de esa virtud llamada ocio. Sí, esa especie de negatividad adorniana que se para frente al fluir cotidiano del trabajo, de las voces del barrio, y articula de alguna manera, con una voz que en este caso no se llena de los tics del realismo, la perspectiva de los hechos para mostrar su carácter convencional. La casa donde el personaje principal vive, se va mostrando en distintos momentos como si fuera uno de esos dibujos cubistas los cuales, luego de mirarlos tomando distancia nos dan una figura completa. Así, con este procedimiento de armado facetado –al menos esta es nuestra interpretación- cada una de las voces y los cuerpos, logran con el correr de las páginas aparecer frente a nosotros en toda su dimensión, pero sin desdeñar cierto carácter fantasmal. Porque siempre aparece un resto, un fragmento ligado al discurso de la falta, que potencia las realidades de los personajes dándoles esa profundidad espectral.

Recomendamos la lectura de Ocio, novela de Fabián Casas, publicada en 2006 por Santiago Arcos editor, Argentina.

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