“No te enrosques” es una expresión usada para recomendar a un amigo que deje de hacerse problemas por un asunto determinado. Es, sin dudas, equivalente a “no te hagas drama”. La idea de “rosca” también se usa en fútbol cuando se le pide, desde la tribuna, a un jugador que le dé mucho efecto a una pelota para que gire sobre su eje y dicho envío se vuelva difícil para los adversarios. “Rosca” también se usa como adjetivo para acompañar la palabra “política”, estamos en presencia de la conocida “rosca política”, la consabida trenza que se vuelve imprescindible para vivir en la realidad. También se usa “estar en la rosca” para dar idea de estar en un asunto cualquiera, pero con conocimiento de causa. Otra expresión importante es “dale rosca”, para significar darle fuerza a una acción. Variaciones como “rosquero” son usadas para calificar a alguien –casi siempre, de modo despectivo- que “anda metido en distintas prácticas”. Hablando de acciones, “rosquear” se utiliza para connotar una forma vernácula del famoso “hacer lobby” de los anglosajones.
Por su parte la rosca no es otra cosa que una serie espiralada de anillos alrededor de un cilindro. A través de estos anillos o guías, un objeto se desliza dentro de una superficie llamada “hembra”, pudiendo entrar o salir según la necesidad del momento, sea ajustar o desajustar un objeto en cuestión. No parece, a priori, que este ingenuo artefacto tenga las connotaciones que se le atribuyen de modo metafórico.
Lejos de los tornillos y las tuercas, pero cerca de las prácticas cotidianas, nosotros tenemos a nuestro Sr. Rosca. Pariente cercano del “militante”, puede, a veces, casi siempre, tratarse de la misma persona. El Sr. Rosca, sabe como atornillarse y por otro lado, atornillar a los demás. Un característica de los “rosca” es que siempre están en el medio de situaciones como si se tratara de operadores; ocupando espacios, muchas veces, de manera innecesaria. Un “rosca” siempre es hábil para moverse políticamente y desarrolla con el correr de los años, la capacidad de hacer lo que se conoce como “la plancha”. Estos seres que están por años en un cargo y no se mueven, sin ideas propias, sin pasiones a la vista, son en la mayoría de los casos “roscas”. Podemos decir que “rosquean” a cambio de estar en la “rosca” y; qué es estar en la rosca, sino estar en un lugar de paso. El rosquero deviene, inevitablemente, en una especie de aduanero, alguien que para entrar cobra entrada. Cultor de las relaciones y las conveniencias, el rosquero es el gestor, el facilitador, por excelencia.
Para rosquear como corresponde hace falta no demostrar una línea clara de pensamiento. No agitar demasiado el avispero. Se trata de estar, no de mover. Se trata de enroscar. En el campo de la gestión, el Sr. Rosca, se especializa en hacer barullo, contrariamente a lo que se entendería por llevar a cabo una política, es decir tener un plan a largo plazo, una estrategia, el “rosca” es el clásico “vendedor de humo”. Se desliza de un lado a otro de la rosca, pero jamás se saldrá de la guía. Rosquear es hablar por lo bajo. Es curtir pasillos. Es entender, que la vida pasa por los cafés, las colectoras, las salas de acuerdos.