(fragmento de un texto escrito por Eduardo Aliverti que Deshecho rescató por su interesante lectura sobre el comportamiento, entre otros, de los Medios)
Lo que pasó el jueves no pasa en absolutamente ningún lugar de este mundo. Es válido empezar por ahí, porque sirve de referencia para el análisis global.
Que un vicepresidente vote en contra de su gobierno; que lo haga a seis meses de iniciado éste; que lo ejecute en una instancia crucial para la suerte de la fuerza que integra; que no sólo no haya tenido la ética de renunciar, sino que porte la amoralidad de decirle a su compañera de fórmula que aquí no ha pasado nada y que quiere seguir a su lado hasta el 2011; que el conjunto de los periodistas de la Patria Mediática, siempre horrorizados por la prostitución ideológica de “los políticos” y alucinados con Borocotó hasta ayer nomás, rescate casi sin eufemismos los huevos que tuvo Cobos... Borges y Groucho Marx hubieran quedado boquiabiertos. Haber cruzado este límite surrealista es la pauta de la monumentalidad de los errores del Gobierno y de la magnitud del enemigo. Dijo un funcionario kirchnerista: “La primera vez que tocamos intereses concretos del poder, del poder real, lo único que se nos ocurrió fue enfrentarlos con el bombo y la marcha peronista. Así que nos pasó lo que nos tenía que pasar”.
Nos resultó llamativa y casi perfecta la frase del funicionario K, quien por la factura de su idea, denota no ser un puro peronista. Es cierto, la marcha y el bombo, no alcanzan para espantar vampiros, mucho menos, para sacarse de encima casi dos siglos del formateo oligarca sobre las mentes del llamado; llamado por los del campo sobre todo: "pueblo". Porque, y esto lo sabían desde los románticos hasta Hitler: el pueblo siempre está.
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