Hoy por hoy, algunos medios y algunos periodístas se dedican a denostar a la administración K desde muchos ángulos: autoritarismo, concentración de poder, poco espíritu republicano, etc.
Si bien muchas de las críticas pueden ser atendibles y sin pretender montar una defensa en favor del gobierno, es justo señalar que quienes critican no sólo tampoco son trigo limpio, sino que se mueven operando en función de sus propios íntereses. Esto último es obvio, sin embargo son estos sectores críticos los que al señalar los puntos negros de K parecieran situarse a ellos mismos en una especie de zona libre cargo y culpa.
Al margen o a continuación de estas palabras, quiero resaltar unas imágenes que vi en televisión.
El presidente K y su señora esposa tocaban, en pantalla, la campana que daba comienzo a las actividades del día de la Bolsa de Nueva York. En medio de una gira promocionada como un recorrido en busca de inversiones, esa imagen parecía algo verdaderamente chocante para el máximo representante del partido justicialista, aquel en cuya marcha se canta la guerra contra el capital. Por otro lado, la primera dama, me hizo recordar, de hecho en la serie se rodó la misma secuencia en el mismo lugar, a Carrie Bradshow, la protagonista de la serie que da nombre a este comentario y que supo, en la ficción, hacer lo que el matrimonio K hizo en la realidad. Como dijo el general: "la única verdad es la realidad".
Evita, en su vestuario, resonaba en clave de estrella de Hollywood como la abanderada de los desposeídos; Cristina, por su parte, lejos de los '70 -su marca de origen discursivo- y tan cerca de la quinta avenida, lucía su botox y devoción Hillary. En una versión actualizada de la marcha podríamos escuchar "Estados Unidos triunfaremos". No importa, el tema da para más.
De todos modos, yo los quiero... Ah! traigan inversiones.
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